El pasado 28 de noviembre y en plena pandemia Maia recibió la Primera Comunión.
No es la época tradicional de Comuniones en nuestra Capilla. Se hacen en el mes de julio. De hecho, Maia tenía fecha asignada para el 4 de julio, pero algo llamado Coronavirus se atravesó en el camino de la humanidad y pues, todo se suspendió.
Como las clases y todo lo demás, Catecismo quedó suspendido en el mes de marzo. Seguimos enviando el testimonio/comprobante de la misa de domingo vista en Internet, pero nada más. A mediados de junio, la catequista nos contactó para informarnos que no podía seguir al frente del grupo y que nos derivaba con otra catequista. Por cierto, de los 15 que empezaron, con la pandemia desaparecieron 10. Y de todos los grupos que había en preparación, solo 30 criaturas recibieron el sacramento.
PAra Maia, que es muy apegada con las personas que la quieren y con quien tiene trato diario (tenía trato diario) le fue difícil el cambio. Le dije que el cambio era también para la nueva catequista que recibía niños que no había enseñado desde antes. Así, ella entendió que la nueva «Cate» merecía una oportunidad. Y empezaron las videollamadas. Cada sábado, de 10 a 12, se sentaba frente a la laptop a repasar conceptos, aclarar otros y a recitar las oraciones que iba aprendiendo.
Se fijo nueva fecha se cambió, y finalmente, quedó la fecha señalada: 28 de noviembre.
Para noviembre, Maia no se había alejado de casa ni una sola vez. Ir a la Iglesia una sábado antes a hacer sus prácticas fue la novedad y luego, fuimos a comprar sus zapatitos. Vestido, reciclaríamos el de su hermana, con el que hizo la Confirmación. Ya le dije que luego de su próxima Confirmación, se van a donar ambos vestidos.
Pues así, llegamos al 28 de noviembre. Aquí, algunas fotos de ese día.
En la Iglesia, el protocolo fue estricto: 4 personas por banca y por cada peque que recibía la Comunión, sólo podían ingresar 3 personas. En el caso de Maia, la acompañamos su papá, su madrina (mi suegra) y yo.
Maia se sentía feliz de recibir a Jesús y todos fuimos felices de acompañarla en ese momento tan especial. Claro, no pudimos realizar el festejo en grande que planeábamos, porque el evento quedó en plena pandemia, pero luego hicimos una cena en casa y ella lo disfrutó como si hubiera sido el banquete de banquetes.
Espero que sea capaz de atesorar este momento por el resto de su vida.
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