Si bien no es novedad que los niños deben alimentarse bien y variado, son pocos los que comen de todo. La educación y el modelo que reciben en casa son fundamentales para que adquieran buenos hábitos nutricionales.
Hoy en día, la superoferta de comida rápida, y otros alimentos precocidos o congelados hacen que cada vez sea más lejano la posibilidad de que los niños mantengan una dieta sana y nutritiva. Los padres, sin embargo, tienen la responsabilidad de ofrecerle a sus hijos un menú que incluya todos los grupos de alimentos y aporte las vitaminas, minerales, proteínas, hidratos y grasas necesarios para esta etapa tan importante del crecimiento. Esto intento hacer con Sofia. A Dios gracias, cuando vamos al Mc donalds o similar, come un par de papas y pide permiso para irse rapido a los juegos.
“Por supuesto, no es fácil lograr que un chico coma espárragos o apio. Siempre va a preferir las milanesas con papas fritas”, admite la nutricionista Andrea Cohen. Sin embargo, hay un factor clave a la hora de introducirlos en un universo variado de comidas. “Si los padres no comen de manera saludable, no pueden pretender que sus hijos lo hagan. Está en ellos ofrecerles diferentes opciones”, explica la especialista.
Además, existen recursos para hacer que se familiaricen con los alimentos saludables y les resulten más atractivos. Algunos son:
* Aprovechar las comidas que les gustan y combinarlas con algún ingrediente nuevo. Por ejemplo: si les gusta la calabaza, se la puede mezclar con zanahoria o batata. Gran tip!!!! muy util.
* Incursionar en diferentes modos de preparación para ver cuál es el que más les atrae. La espinaca, por ejemplo, puede prepararse en buñuelos, en tarta, con salsa blanca, en empanadas, etc.
* No pretender que coman porciones de adultos. No hay por qué obligar a los niños a comer un bife grande. Si comen una hamburguesa al mediodía y un churrasco chico a la noche, es una ingesta diaria de carne suficiente. eso siempre lo tuve en claro: Sofia come un cuarto de lo que yo como.
* Habituarlos a no comer entre horas y a hacer las 4 comidas diarias (desayuno, almuerzo, merienda y cena).
* Insistir con los alimentos nuevos. Si no les gustaron ayer, podrían gustarles mañana.
* Evitar la “solución fácil” de prepararles una alternativa que les gusta cuando se niegan a comer el plato ofrecido. Si los padres apelan a ese recurso, nunca van a lograr que amplíen su menú.
Por otra parte, es bueno tener en cuenta que la dieta no tiene por qué variar demasiado según el momento del año. Conviene, por supuesto, aprovechar las frutas y verduras de estación. Ahora, en relación con el mito de que debemos comer más durante el invierno, la nutricionista aclara: “Hoy en día, vivimos en casas calefaccionadas y usamos ropa de abrigo, así que el exceso de grasa no es necesario. Cuando hace frío, una sopa de verduras resulta igual de reconfortante que un guiso con chorizo, y la primera opción es más sana”.
Otro elemento importante que debe estar presente en toda dieta balanceada es el agua. “La ingesta de este líquido es fundamental. Los niños tienen que incorporar el hábito de tomar agua con las comidas, en lugar de gaseosas o jugos”, señala Cohen. El ejercicio físico es otro complemento clave que cada día está menos presente en la rutina de los niños. “ La televisión, los videojuegos y hasta los problemas de inseguridad impiden que los niños salgan a patear una pelota o correr.
De todas maneras, los padres tienen que estimularlos a que hagan este tipo de actividades”, observa la nutricionista.
Sin dejar de disfrutar de algunas golosinas y platos clásicos que fascinan a los niños, la educación nutricional que reciben en sus casas es prioritaria. Su desarrollo saludable depende de eso.
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