Empezando a dejar los pañales (I)

A fines de junio del 2012, Maia ya traía unas semanas con lo que era un más que obvio problema de estreñimiento, agravado por la temporada de calor: un día no hacia, al día siguiente era un llanto increíble, hacía popó, 2 días bien y vuelta a empezar.

Si, fuimos al Dr, si le dieron gotas, pero estas gotas había que dárselas cuando manifestara problemas, así que no era mucha la diferencia. Por fin, al final, encontramos a un Dr. que le ajustó la medida de la leche Nido que tomaba y nos dijo que sus intestinos ya habían «madurado» y que ella ya necesitaba sentarse para evacuar, que de pie ya le era imposible y por eso se estreñía.

Saliendo, fuimos a comprarle su bacinica. Bueno, porque le gustó y por insistencia de la hermana, compramos una de Princesas. Por cierto, muy linda!

Empezó a usarlo regularmente, solo cuando detectábamos que estaba haciendo fuerza de más. Y si, la comodidad, el sentarse con las piernas separadas y hacer fuerza equilibradamente, mejoró muchísimo su problema, hasta que desapareció prácticamente, dejándole el hábito de sentarse en su bacinica.

Además, se sentía muy adulta haciéndolo así.

Claro que aproveché el «envión» y le coloqué su ropa interior de algodón, pero el desastre fue completo. No solo se mojaba, si no, que no experimentaba ni molestias ni remordimientos. Ahí se quedaba y si veía chance de alejarse sin resbalarse en lo mojado, cruzaba toda la sala y se iba a su cuarto de juegos.

Solución? Volver a los pañales. Aunque Maia cumplía determinados hitos para iniciar el despegue a los pañales, evidentemente, no cumplía otros y por sobre todas las cosas: no tenía ni ganas ni interés en dejarlos.

Así que aquí estamos, casi un año después, ayudando y guiando a Maia en esto de dejar los pañales. Las primeras veces que le pusimos sus calzoncitos de tela, se los tocaba y se reía. Le decía a su papá que claro, se sentía mas libre y cómoda, aunque sonará a comercial de toallas femeninas jajajaja.

Muchas veces, he regresado a la sala y la he encontrado sentada, con el calzón bajo. Claro, con ayuda de su hermana mayor. Sofi detecta cuando Maia tiene «ganas» y la lleva a la bacinica, le baja la ropa y la sienta. Y se queda a su lado estimulándola con un «Pssssshhhh» o un «Vamos Maia, tu puedes«. Y Maia se esfuerza por verla feliz y seguir recibiendo felicitaciones de su adorada hermana.

Maia está más atenta a su cuerpo durante la noche. Por ejemplo, el domingo pasado, de las 5 veces que tuvo necesidad, a las 5 llegó a tiempo: 3 en su bacinica y 2 en la taza del baño (sitio que ama, de verás!). Pero el lunes por la mañana, 5 veces mojó su ropa a pesar de que cada 5 minutos le preguntaba si quería hacer pipí.

Finalmente, me trajo su pañal y si, se lo puse, porque ya era hora de irme por Sofi a la escuela.

Realmente, estoy convencida de que si estuviera al 100% en la casa y no teniendo que ir por Sofía y luego a sus actividades extraescolares, avanzaríamos más rápido pero bueno, seguiremos haciendo todo lo posible por ayudar a Maia a dejar los pañales, porque ella ya no quiere ponérselos y con la humedad que tenemos en mi ciudad, la peque se está rozando con demasiada frecuencia.

Esperen en los siguientes días el post sobre como identificar si tu peque está listo para empezar a despedirse del pañal.

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