Hace un año atrás, en la primer junta con el maestro de 3ro de primaria, quedé sorprendida con su afirmación:
Mínimo, debemos abrazar a nuestros hijos 8 veces al día
Que en base a los que había leído y vivenciado, un niño que recibe abrazos y demostraciones de amor -al menos- 8 veces al día, era un niño que no tenía carencias afectivas y se enfrentaba a la vida con otra actitud.
En mi torpe grandeza, me dije puf! que simple! Claro que abrazo a Sofía más de 8 veces al día, por favor!. Pero mi costado Sheldon Cooper no se quedó satisfecho, y me propuse cuantificar mis actitudes cariñosas en el día.
Y qué creen ?
No, yo no abrazaba a mi hija 8 veces al día. Ni lo hago actualmente. Claro, muestras de afecto y cariño a lo largo del día, si, las tengo y son más de 8. Pero abrazo, abrazo, no.
Sofía y Maia son mi propia vida y en la vorágine diaria, me esfuerzo por recordárselo y demostrárselo a ambas.
Demostraciones de afecto diarias
No hace falta estar literalmente pegada a la criatura y pregonando «cuanto te amo, eres lo mejor de mi vida, no sé qué haría sin ti«. El trato amable, la palabra suave y la actitud firme si cometió un error, son todas muestras de amor a tus hijos.
Si, yo sé: es imposible repetir ay, que lindo dibujo todo el tiempo si tu hijo hace 34 dibujos por día. Ve cambiando lo que le dices, para que tampoco sienta que lo estás alabando sin sentido:
– Me gusta porque… Este dibujo te quedó mejor que el otro
– Me gusta pero… Y si el próximo dibujo solo lo haces de color azul ?
– Me gusta pero… Por qué no dibujas todas las cosas de color rojo que alcances a ver desde tu lugar?
No le estás lanzando un me gusta y ya. Le estarás proponiendo un desafío y no hay nada más motivante para un pequeño que tratar de complacer a mamá. O a papá.
Son solo unos ejemplos para fomentar la comunicación ida y vuelta entre padres e hijos e ir ayudándolos en su aprender a expresarse ante nosotros y ante el mundo.
Recuerda que al comunicarnos con nuestros hijos, les estamos enseñando, demostrando amor y animándolos a mejorar día a día.
El poder de la palabra
Las palabras que salen de tu boca pueden enaltecer a tu hijo o herirlo en lo más profundo. Yo sé, todos tenemos ganas de dar 4 gritos y que todo funcione como relojito suizo, pero ni es el camino ni la solución.
Tus palabras (acompañadas de una consecuencia por el acto negativo) son más valiosas que una nalgada o una bofetada. Expresar lo desilusionada que te sientes con ese acto negativo de su parte (desobedecer, un reclamo de la maestra o cualquier otra situación) calará más hondo en su sentir que un golpe.
Y antes que nada, demuestra siempre lo feliz que te hace ser su mamá, lo mucho que le quieres y que ha sido una gran suerte para ambos que se hayan encontrado en el camino de la vida.
Claro, yo me dedico a repetirselo todo el tiempo, me encanto tu post.