Esta añeja tradición precolombina, mezclada con los avatares del colonialismo y el mestizaje, dan un colorido y un aroma muy peculiar a esta ancestral festividad mexicana, que de alguna manera rivaliza, por su concepto y diametral oposición, a la fiesta del hallowen de los países sajones; en realidad esta celebración del día de muertos en México, es un lugar de encuentro con los recuerdos y la premonición, con el concepto de lo que es la muerte, ¿qué habrá entonces después de la muerte? ¿habrá allá una vida? ¿no habrá allá ni tristeza ni recuerdos? ¿tendrán nuestros muertos, allá una casa y una vida para nosotros?.
Es la celebración y la conmemoración de la muerte, es burlarse de nuestra estancia en la vida, una fiesta que en su paganismo nos recuerda que ese será irremediablemente nuestro camino. En esta festividad, no hay por que estar tristes, ni pesarosos, tenemos que ir a su encuentro, con respeto, pero sin temor, y esta fecha es un lugar de seducción, no con diablos, ni brujas, ni fantasmas, ni vampiros; sólo con la muerte, la calavera, la huesuda, la parca, la calaca; reconocernos en nuestro último equipaje y ver a los muertos como nosotros mismos, reflexionando que en las piernas de una madre al dar vida, también da muerte, principio y fin, y en el intermedio, los ritos que nos hacen ver el espejo de nuestro destino mortal, y no hay que dramatizar, lo que ya se nos a dado al recibir la vida.
Aunque el sincretismo de esta fecha tiene un tradición que se encuentra arraigada en la parte más profunda del sentir de los mexicanos y que aún perdura en esta cultura milenaria, es también cierto que se pierde su profundo sentido a grandes pasos.
Desde | Mamás y Bebés
Hola me gusto mucho el blog, muchos saludos.
Gracias Fiorela por pasar!!!