Estamos dejando ir octubre y hoy en Cancún, amanecimos a 16 grados. Los que me conocen, sabrán que soy friolenta in extremis. Y luego de 12 años viviendo en Cancún, claro que me desacostumbré al frío y los 16 grados con los que amanecimos hoy, hizo que dejara bien abrigada a Maia en sus clases y regresara rapidito a encerrarme en casa.
Pensando en este raro clima de otoño, caigo en cuenta de algo que no había pensado antes: Ambas niñas nacieron en otoño. A pesar de que una nació en mayo y otra en octubre, es una agradable coincidencia que solo se logró porque ambas nacieron en distintos hemisferios.
Y si, no hay mayor reflexión que esta. No es un post en donde dejo plasmados mis sentimientos por ellas. Solo puedo pensar en lo distinto de las situaciones en que hicieron que ambas tuvieran nacimientos otoñales, el frío que se desato un par de días luego del nacimiento de Sofía, de la humedad que había luego del nacimiento de Maia, aunque a ella le toco bastante calor en comparación al otoño argentino.
Pero más allá de los 16 grados de hoy (que subieron a 21 mientras terminaba este post) amo los otoños en Cancún. Esos otoños en donde nos levantamos, nos abrigamos y para el mediodía, solo nos quedan los pantalones largos porque el sol salió y calentó todo. Y las niñas terminan como en la foto, aunque esa foto es en Tinum (Yucatán) pero sirve para ejemplificar nuestros cambios de clima… en el mismo día!
Y ahora, caigo en cuenta que Leo también tuvo un nacimiento otoñal, así que vamos a incluirlo en mi lista de amores otoñales. Decidido: El otoño es mi estación favorita del año <3
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