13 de diciembre, Santa Lucía. Para los países escandinavos es una fecha especial, que señala el inicio de los festejos navideños. En Suecia, se vive como una auténtica fiesta y conlleva tradiciones y eventos esperados durante todo el año.
Este se celebra tradicionalmente en los países escandinavos cuando a la hija mayor de la familia se la viste con un vestido blanco con una faja roja y una corona con 7 velas en su cabeza. Ella es la que se despierta temprano en el día de Santa Lucía y sirve bollos Santa Lucía y café para el resto de la familia.
En la ceremonia religiosa, la jovencita que guiará la procesión usará una túnica absolutamente blanca (simbolizando la pureza y virginidad) con un cinta roja ancha como faja y una corona de velas. El resto de las niñas que la acompañen en la ceremonia, pueden llevar una vela en sus manos.
En la procesión se canta una canción en sueco que se encuentra en YouTube. La traducción aproximada es la siguiente:
Santa Lucía, espejismo resplandeciente, difunde tu belleza en el esplendor de nuestro invierno.
||Los sueños con alas susurran profecías sobre nosotros, prende tus velas blancas, Santa Lucia.||
Lleva tu túnica blanca misericordiosa a tu llamado. Danos tú, novia navideña, una idea de la Navidad.
||Los sueños con alas susurran profecías sobre nosotros, prende tus velas blancas, Santa Lucia.||
Esta es una excelente actividad para proponer a la catequista de tus peques!
Hace unos meses me enteré de esta tradición y he encontrado fotos realmente bellas en Internet. Y claro que me puse a fantasear con la posibilidad de vestir así a Sofía. Pero para este año es tarde y no sé si en un año quiera hacerlo.
Mientras, en casa haremos este imprimible de Santa Lucía, y muy seguro, irá a dar al árbol de Navidad:
Quién fue Santa Lucía?
Lucía significa: «la que lleva luz». A esta santa la pintan con una bandeja con dos ojos, porque antiguas tradiciones narraban que a ella le habían sacado los ojos por proclamar su fe en Jesucristo.
Lucía pertenecía a una rica familia de Siracusa. La madre, Eutiquia, cuando quedó viuda, quería hacer casar a la hija con un joven paisano. Lucía, que había hecho voto de virginidad por amor a Cristo, obtuvo que se aplazara la boda, entre otras cosas porque la madre se enfermó gravemente. Devota de Santa Águeda, la mártir de Catania, que había vivido medio siglo antes, quiso llevar a la madre enferma a la tumba de la santa. De esta peregrinación la madre regresó completamente curada y por eso le permitió a la hija que siguiera el camino que deseaba, permitiéndole dar a los pobres de la ciudad su rica dote.
El novio rechazado se vengó acusando a Lucía ante el procónsul Pascasio por ser ella cristiana. Amenazada de ser llevada a un prostíbulo para que saliera contaminada, Lucía le dio una sabia respuesta al procónsul: «El cuerpo queda contaminado solamente si el alma es consciente».
El procónsul quiso pasar de las amenazas a los hechos, pero el cuerpo de Lucía se puso tan pesado que más de diez hombres no lograron moverla ni un palmo. Un golpe de espada hirió a Lucía, pero aun con la garganta cortada la joven siguió exhortando a los fieles para que antepusieran los deberes para con Dios a los de las criaturas, hasta cuando los compañeros de fe, que estaban a su alrededor, sellaron su conmovedor testimonio con la palabra Amén.
Con el descubrimiento, hecho en 1894, de la inscripción sepulcral sobre el «loculus» o sepulcro de la santa en las catacumbas de Siracusa, desaparecieron todas las dudas sobre la historicidad de la joven mártir Lucía, cuya fama y devoción se deben en gran parte a su legendaria Pasión, posterior al siglo V. La inscripción se remonta a comienzos del siglo V, cien años después del glorioso testimonio que dio de Cristo la mártir de Siracusa.
Por siglos ha sido muy invocada para curarse de enfermedades en los ojos. De hecho, en la Ciudad de Buenos Aires, capital de la República Argentina, el hospital especializado en ojos lleva su nombre.
Y a estas alturas, se estarán preguntando el por qué de este post… ah, pero no estoy obligada a explicarlo, verdad? 😀
Fuente | Catholic.net & EWTN
photo credit: Bengt Nyman IMG_0292 via photopin (license)
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