El domingo que coincidió con el 2 de noviembre, antes de subirnos al bus de regreso, le insistí a las peques y a F. de hacer una visita al ex Convento de San Bernardino de Siena. No puedo creer que luego de 5 años visitando la ciudad de Valladolid, nunca hubiéramos llegado a conocerlo. Así que luego de un primer intento fallido, llegamos.
Pensábamos que estaba cerrado pero no, vimos que unas personas entraban y allí fuimos. Como verán en la foto que encabeza este post, la estructura es impresionante. Ahora, un poco de historia:
El templo y ex convento de San Bernardino de Valladolid, es uno de los complejos coloniales más antiguos e importantes del estado. Cuenta con el propio templo de San Bernardino, la capilla de Guadalupe, la capilla del Santo Sepulcro, la capilla de San Antonio de Padua, la capilla abierta, el ex convento y la huerta. Se sabe que el conjunto fue fundado hacia 1552; a partir de este momento se dio inicio a las obras de construcción de la iglesia y del claustro. Según lápida en la fachada de la iglesia, se cree que ésta fue concluida primero y hacia 1613 el convento.
La poderosa orden franciscana llegó a tener tanto poder en la zona, que provocó una pugna entre ésta y los encomenderos. Debido a esto, el convento fue quemado en dos ocasiones, hacia 1562. Muchos años después con la Reforma, el edificio es abandonado y se fue deteriorando paulatinamente. Sin embargo, debido a sus características constructivas y a las diversas intervenciones que en ella se han realizado, actualmente el edificio se halla en bastante buen estado de conservación.
La capilla de San Diego de Alcalá, situada a la derecha del pórtico alberga el sarcófago conteniendo el cuerpo de Cristo muerto.
La visión no se le hizo muy agradable a Sofía pero le expliqué que era un representación de como el escultor hubiese querido que Cristo fuera sepultado, con un lindo ataúd, almohadas y sabanitas, y no como tuvo que ser dejado, en una cueva que sirvió como Santo Sepulcro. Sofía entendió rápidamente, porque pronto se recompuso y siguió mirando el resto de la capilla.
Luego ingresamos al templo propiamente dicho. Es bastante grande e imponente.
Cubriendo el muro del fondo del ábside del presbiterio se ve el gran retablo mayor. Es de madera de cedro de tres cuerpos y remate, todo pintado con fondo rojo y molduras negras y doradas. En cada cuerpo hay tres nichos y entre ellos, pilastras, dobles en el centro y sencillas en los lados, estando éstos vacíos, menos el del centro del primer cuerpo en el que hay una imagen moderna de escaso mérito. El remate es muy sencillo, de estilo churrigueresco; este retablo es de los pocos ejemplares que escaparon de la destrucción habida en el año de 1915.
Saliendo del templo, llegamos al patio. Y camino a La Noria nos encontramos un simpático amiguito:
Maia enloqueció ! Y el pobre ganso apenas pudo ser fotografiado antes de huir de las posibles demostraciones de afecto de Maia.
La construcción de La Noria comenzó en 1613 y es un ejemplo de una avanzada ingeniería hidráulica y la segunda noria más grande de Yucatán.
En su interior se encuentra una de las bocas del cenote que salía hacia la cocina de donde los frailes extraían el agua para el servicio de la comunidad y cultivo de la huerta.
Actualmente, de su estructura solo queda la plataforma sobre la que está construida, fragmentos de muros y dos arcos de mampostería que conforman el esqueleto de la bóveda esférica que la cubría.
Ustedes no alcanzarán a apreciarlo pero muy profundo, pudimos observar el cenote. Es una visión que te deja muda:
Luego recorrimos los fondos del ex monasterio, el antiguo cementerio, la huerta y todo lo verde y fresco que pudimos ver:
Condiciones materiales
A pesar del lamentable abandono en que se encuentra, especialmente el ex convento, todavía hay mucho en pie. Sus muros gruesos han perdido el aplanado y presentan grietas abiertas por las raíces de los árboles, pero aún sostienen muchos de ellos las pesadas bóvedas o techos de vigas. La iglesia, debido al culto periódico y al cuidado del encargado de ella, está en mejor estado de conservación.
Antes de subir al primer piso, recorrimos el museo. Ahí aprendimos como los investigadores bajaron con cuerdas y poleas hasta el cenote y rescataron escopetas y municiones, que les hicieron llegar a los pueblerinos durante la época de enfrentamientos. Impresionante !
En la parte superior, conocimos la celda o claustro de un fraile. Y que miedo, señoras mías…
Y todo lo bueno llega a su fin. Y Sofía decidió que deberíamos descansar un poquito mientras yo tomaba esta foto de despedida:
Fuente | Conaculta
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